CHARLAS


“Es probable que para diseñar una nueva política latinoamericana Hernández Arregui, Mariátegui, Spilimbergo, nos proporcionen pistas más asequibles que Sartre, Althusser, Baudrillard o Derrida”

Por Gabriel Fernández
Director Periodístico Revista Question Latinoamérica. Director La Señal Medios.

Exposición del martes 5 de septiembre de 2006 en la apertura de las actividades del Centro Cultural Francisco Paco Urondo, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.


Es probable que algunos movimientos actuales de la política internacional permitan revalorar el pensamiento nacional argentino y latinoamericano en tanto precursor y creacionista.
Si echamos un vistazo podemos hallar despuntes de un razonamiento tercerista, no alineado, en Venezuela, Bolivia, en otras zonas del continente, pero también rastros de la tendencia de aglutinamiento continental en todo el Sur, en Rusia, en Asia y por supuesto, en Europa.
Ambas concepciones, mucho más complejas de lo que admite una enumeración (Tercera Posición, Continentalización) poseen una configuración que podríamos denominar de pensamiento activo, en cierto modo funcional, muy argentino, de alguna manera una combinación de discurso y ensayo, así como un asentamiento profundo en intereses geoeconómicos y sociales.
Es decir, no estamos hablando de principios elocuentes sino de una condensación honda y estratégica de región, economía, sociedad, política y pensamiento.
Vamos a un comentario: esta característica propia del pensamiento nacional y popular, con diversos afluentes, lo hace denso, vigente, atractivo, pero también, y en una rara simultaneidad, hosco para determinadas fórmulas sencillas que abarrotan algunos medios de comunicación con gestualidad transgresora pero profundamente conservadores.
Cuando decimos que se trata de una elaboración densa, no exageramos. Y algunos aciertos históricos nos permiten añadir que el entramado no ha sido vano.
Sólo por recorrer a vuelo de pájaro el siglo XX sin ingresar a territorios más lejanos: Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Juan José Hernández Arregui, Salvador Ferla, John William Cooke, el mismo Juan Domingo Perón, Rodolfo Walsh, Rodolfo Puiggros, Jorge Abelardo Ramos, Jorge Enea Spilimbergo, entre tantos, dan cuenta de un multifacético, diverso y a veces enfrentado conjunto de personas y vertientes que pensaron la región, y en su seno la vida, con un asentamiento social y zonal profundo.
Sin embargo, estos hombres, esas obras, y tantas otras, no sólo han quedado ocultas, sino que cuando emergen en algún debate o alguna mención, resultan menoscabadas. Son consideradas "menores".
Es probable que el continuo hostigamiento oligárquico contra el pensamiento nacional popular y latinoamericano haya logrado golpear también las cabezas de algunos compañeros, quienes, aunque rezonguen un poco, suelen admitir que para ahondar en temas complejos sería preciso recurrir a autores y pensadores originados en otras tradiciones.
Como suele suceder en muchos planteos, y se observa especialmente en los medios, no basta con hegemonizar: necesitan evitar la discusión abierta, el cruce de ideas e informaciones. Es probable que el ideario antinacional en nuestro país pierda sin atenuantes hipotéticos debates contra Scalabrini sobre el rol de la industria, contra Walsh sobre el carácter democrático de los golpes que ellos impulsan, con Ferla o Rubén Dri sobre el sentido mismo del pensamiento cristiano, con Arregui o Spilimbergo ¡o Puiggros! sobre el lugar previsto para el razonar marxista.
Igualá y largamos, decía Jauretche.
Y es probable que los sigan perdiendo en la actualidad a la hora de afrontar los grandes temas nacionales e internacionales. Veamos cómo se aborda la cuestión de la seguridad: ni una pizca de pensamiento racional, nacional, popular. Todo maniobra. En este aspecto, también se relacionan intereses y política y pensamiento de quienes necesitan el aplastamiento nacional integral para crecer en medio del desierto.
Vamos con otro aporte. Sin embargo, en el conjunto de la vida cultural argentina se registran zonas de intercambio y de litigio. Espacios, especialmente relacionados con el arte, en los cuales los aportes desordenados contribuyen a enriquecer, dinamizar, las distintas vertientes de pensamiento.
En muchos casos, la creación artística aparece desprendida, no relacionada, con el pensamiento nacional y, sin embargo, el sesgo de toda una cultura la atraviesa. En ese sentido parece importante cuidarse de trazar antagonismos y descalificaciones que invaliden experiencias por no encuadrarse dentro de nuestros preceptos.
Ayer, en el homenaje a Arturo Peña Lillo, el propio editor dio un discurso muy fino, en el cual además de reivindicar al conjunto de los autores nacionales, recordó aspectos que Jorge Luis Borges le ayudó a observar. Fue notable la observación de Peña Lillo (1).
De hecho, la misma elaboración filosófica y política nacional - popular, se ve beneficiada por las conmociones que le imponen movimientos creativos que descreen de los alineamientos.
Hoy nos encontramos frente a instancias decisivas que pueden modificar profundamente la vida de nuestros pueblos en el futuro.
La concreción de la Unión Sudamericana, en proyección hacia la unidad continental, nos facilita y nos desafía a profundizar el mirador nacional y potenciarlo sin perder identidad, en uno regional.
Esto habla de la vigencia de aquella propuesta de Tratado ABC lanzada en 1953 por Perón, de las consideraciones americanistas de Jauretche - un americanismo muy interesante-, de las reflexiones a partir de ambas concepciones, de ese gran oriental que es Alberto Methol Ferré. Y también de la necesidad de ampliar el foco y vitalizar esta tradición en la actualidad.
¿Cómo pensar este presente sin abrevar en esas, y tantas otras fuentes? En modo alguno se me ocurre marcar una primacía de nuestra cultura sobre otras, sólo que sin dejar de lado el aporte universal, es probable que para diseñar una nueva política latinoamericana Hernández Arregui, Mariátegui, Spilimbergo, nos proporcionen pistas más asequibles que Sartre, Althusser, Baudrillard o Derrida.
En Sociales, a la hora de analizar estrategia, se lee a Clausewitz, eso está muy bien, a Lidell Hart, eso también, pero se ignora a Perón. Hasta hay quienes consideran la estrategia napoleónica sin tomar en cuenta la colosal tarea de San Martín.
En el área comunicacional la cuestión tiene su equivalencia aunque la detección del interés que mueve las acciones mediáticas cobra singular vigor.
La necesidad de convertirnos en emisores es, además de un derecho, una posibilidad concreta. Como hemos visto, tenemos contenidos y razones para hacerlo. Hay que decir. Pero gracias a los esfuerzos de muchos compañeros, tenemos herramientas que podemos potenciar.
En internet, la Nak y Pop, el trabajo de Martín García es impresionante, ha abierto un camino muy importante. Con la revista Question Latinoamérica estamos intentando enlazar el análisis profundo de la región, a través de pensadores como Galeano y Stella Calloni, Teotonio Dos Santos y Néstor Gorojovsky, entre tantos otros... Telesur es el primer intento abarcativo de contrastar con la hegemonía internacional de la CNN en las pantallas. Muchas radios, aquí y en todo el continente, se orientan en esa dirección.
En un futuro cercano, la batalla de ideas nos encontrará más fuertes.
Si valoramos nuestros predecesores, nuestros antecedentes, si valoramos nuestro trabajo, si desplegamos nuestras elaboraciones hacia nosotros y hacia el mundo, el nuevo equilibrio global nos encontrará en el lugar adecuado. Habrá un nuevo equilibrio y tenemos un rol que jugar.
Sin avasallar culturas diversas, pero sin subordinarnos a diseños ajenos. Esa es la clave.

(1) Referencia a la cena realizada en el Torquato Tasso, en San Telmo, Ciudad de Buenos Aires, en reconocimiento a la trayectoria del editor de los nacionales, Arturo Peña Lillo.